viernes, 4 de abril de 2008

Apuntes I

Proceso de maduración de la persona

El proceso de maduración de la persona reclama, exige y precisa un primer encuentro de cada uno consigo mismo, requisito imprescindible e indispensable para poderse encontrar después, o simultáneamente, pero nunca normalmente antes, con Cristo y con los hermanos.
Este primer encuentro de uno mismo consigo mismo, es el único que facilita, simplifica y posibilita lo que podríamos llamar la estructura para que puedan darse los demás encuentros.
El encuentro consigo mismo se traduce en que va descubriendo sus cualidades, e interiorizándolas como posibilidades, y va identificando sus limitaciones, para aceptarlas con naturalidad y ver de irlas haciendo avanzar, después, sacando el mejor partido de ellas.
En encuentro con uno mismo es algo que siempre va siendo; nadie puede decir con verdad que se conoce, pues existe la visión objetiva: quien soy y quien creen los demás que soy; y la visión subjetiva: quien creo yo que soy, y quien creo que los demás piensan que soy yo.
Para irnos aproximando hacia nuestra autoidentificación personal, podemos preguntarnos:
¿Qué me mueve?
¿De qué estoy convencido?
¿A qué estoy decidido?
El hombre es un equilibrio de equilibrios equilibrándose, y tiene que irse equilibrando, no con el equilibrio del equilibrista, sino con el equilibrio que le puede proporcionar el Evangelio de Cristo. Porque Cristo es el único que nos puede proporcionar la proporción proporcionada.
Estos aspectos los trataremos de manera especial durante el rollo de Estructuras Operacionales donde, mediante la mirada hacia adentro, hacia fuera y hacia arriba, cada uno de nosotros proyectará su realidad (como actualidad y propósito) en la pastoral ambiental.

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